La Gastronomía Emocional de Paco Roncero

 

Un teatro gastronómico. Así define el chef Paco Roncero su nuevo taller que acaba de inaugurar en el Casino de Madrid. Más que un teatro es una experiencia de emociones creada gracias a la innovación tecnológica y a los soportes audiovisuales. Una experiencia en dónde importa lo qué se come pero más el cómo, la experiencia integral.

La emoción no está al alcance de cualquiera, -ni lo pretende Roncero-; el precio por sentarse a una mesa sobre la que se visualizan imágenes, elementos táctiles y con variaciones de temperaturas es mínimo de 8.000 euros. Es un «integral» para empresas del ibex, altísimos directivos extranjeros y similares. La experiencia además de audiovisual es olfativa. De manera que si el plato se basa en productos de mar al comensal le llegan olores marinos. Roncero lo explica bien en el link. Lo atractivo de la propuesta supera, por descontado, el campo de lo gastronómico que además no es objeto de este blog; pero sí todo lo que nos está enseñando Paco Roncero con su sueño, con sus propuestas emocionales.

 

¿Qué nos enseña Roncero? 

Primero la enorme importancia de la hibridación y el trabajo multidisciplinar. Roncero ha puesto la imaginación y otros han trabajado la tecnología. Las propuestas del nuevo turismo deben basarse en lo híbrido, en la suma de saberes de dónde se extrae la idea y su puesta en marcha. El cocinero nos muestra que es necesario innovar continuamente si queremos entrar en el camino de la EMOCIÓN.

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Arte y Turismo Emocional


El turismo es como toda actividad socio económica una realidad abierta al análisis intelectual. Todas los meses se publican informes económicos, prospectivas, análisis del sector y cada cierto tiempo sociólogos o expertos en tendencias sociales nos ofrecen un punto de vista, una reflexión sobre la doble realidad humana del turismo, el hecho social – comunicacional, y el humano; el conocimiento personal de otras realidades, de otros espacios a través del viaje que siempre es perspectiva de emoción y entretenimiento. Estos días hemos encontrado varias reflexiones que pensamos que convergen en una manera de mirar el turismo como una actividad creadora y emocional.

Vicente Verdú publica un artículo en El País dónde reflexiona sobre Arte y Turismo a propósito del número de Revista de Occidente dedicado a esta temática. Verdú que conoce bien las tendencias de consumo cultural señala en su artículo: “Todo es turismo y todo turismo es a su vez, un arte: una singular manera de creación artística.//… el hecho turístico viene a explicar por qué hoy en el arte “vale todo” con tal de ofrecer distracción”. En otro diario, La Vanguardia, se publica una entrevista con Doménec Biosca , ensayista, conferenciante sobre temas turísticos, es decir un «evangelizador» de los nuevos modos de crear y consumir turismo. Doménec Biosca explica en la entrevista como uno de los grandes cambios del consumo turístico se relaciona con las emociones; una realidad sobre la que venimos insistiendo en Turismo de Ideas. Para Biosca hay que despertar las emociones. «Antes la gente iba de vacaciones; ahora quiere ser feliz de vacaciones. Hemos pasado del estar al ser. Antes, lo primero que reservábamos era el hotel, luego el transporte y, por último, las actividades, las emociones, lo que uno quiere vivir. Ahora el orden se ha invertido».

En esta ecuación falta un elemento importante, el precio; cuánto estamos dispuestos a pagar por vivir emociones que, -podemos deducir del artículo de Verdú- son distracciones, como visitar los mejores museos del mundo que son espacios temáticos de uso y consumo de emociones para el turista.

La experiencia, la emoción es ahora parte fundamental del éxito de  la oferta turística y del modo de comunicarla en las redes sociales. El responsable de un establecimiento turístico además de conocer el negocio, debe ser un gestor de los contenidos emocionales que ofrece a sus clientes. Y no nos referimos exclusivamente a un resort enclavado en un entorno natural que en si mismo es emocionante y permite fácilmente ofrecer experiencias al turista. Un pequeño establecimiento debe ofrecer también esa emoción.

Viajar y contemplar una obra de arte es un entretenimiento cultural, una emoción por la que se paga. Conocer la gastronomía de un destino de manera participativa, conociendo los productos, comprando e incluso cocinando esos alimentos dentro de un taller gastronómico en el restaurante del establecimiento dónde nos alojamos es una experiencia. Del mismo modo la participación del viajero en una actividad de patrimonio cultural  junto con quienes viven en esa localidad es una experiencia emocional. El valor está en comunicar esa oferta como una experiencia turística única y el añadido en generar nuevas actividades turísticas. Se trata de ofrecer al viajero la posibilidad de interactuar, de vivir experiencias y no de ser sólo un espectador de su propio viaje

Comunicar Emociones

A cada comienzo de año le corresponde la publicación en diarios convencionales y digitales de las tendencias que tendrán éxito en los próximos doce meses. Sucede en todos los sectores de actividad y en la comunicación turística también. Nos parece interesante la información publicada en Cinco Días sobre prospectivas en las TIC en las empresas. El artículo recoge opiniones de varios expertos que pueden resumirse en dos claves:

La necesidad de que las empresas (aquí sumamos las turísticas) sean activas en las redes generando conversación con los usuarios, con los clientes. Y segunda clave, final (eso esperamos) de la presencia de webs convencionales que no permiten la interactividad y que no son más que un escaparate virtual de la marca.

Otra publicación, “Preferente” dirigida al profesional del turismo enumera las tendencias que resultarán más activas respecto a Turismo y Tecnología. Una relación interesante y que respecto a la comunicación, -nuestra motivación-, augura un fuerte crecimiento del vídeo como herramienta de comunicación para los negocios turísticos;  más control de los usuarios que quieren veracidad sobre comentarios y contenidos conversacionales respecto a los destinos que buscan; es decir pura comunicación en redes con actividad del usuario-cliente-consumidor. Y constante aumento de la información que se distribuirá multimedia, en múltiples pantallas (tabletas, móviles…) Según  Claude Bennard de Hotelitour  “El consumo de medios tiende a muchas pantallas, y las historias deben narrarse cada vez más desde esa premisa”.  Nos detenemos en este punto; aparece un concepto clave para la comunicación LAS HISTORIAS. Transmitir, contar historias es comunicación; podemos adjetivarla de distintos  modos pero todos los adjetivos y clasificaciones se alojan en ese gran contenedor que desde que el hombre posee cognición se llama comunicar a otro una historia, un relato, un mensaje. Y en el turismo también. Si queremos contar una oferta para disfrutar de un fin de semana con características singulares debemos contar una historia. Sucede que las redes permiten que nosotros construyamos la historia o que la construyan los usuarios, por eso es fundamental la veracidad de lo que ofrecemos y de los comentarios que se hacen en la red.

Qué y cómo contamos la historia depende de otras variables que iremos comentando en siguientes posts pero anotemos una clave más: EMOCIÓN en los Contenidos. Nuestros relatos tienen que poseer esa característica. ¿Es difícil? No debe serlo. No se necesita gestionar un hotel en una playa paradisíaca para construir una historia emocional. Un alojamiento rural es también un escenario que permite la arquitectura del relato y la comunicación. Emoción no es únicamente hacer senderismo o barranquismo por la zona en dónde se ubica ese alojamiento. Emoción es también la propia historia del alojamiento, del pueblo, del propietario, el relato de los viajeros… Lo emocional son los sentimientos positivos que permiten al futuro cliente identificarse con esa historia, con el relato de otras personas, con su experiencia. De esa identificación saben mucho los buenos guionistas de cine y series de tv que están obligados a que el espectador sienta como suyo lo que le sucede al héroe de la película. Y en Turismo también.